Todos nacemos príncipes o princesas, y los acontecimientos, el ambiente que nos rodea, la presión social, etc., nos va convirtiendo en ranas.
Esta afirmación la encontré en uno de los cursos de MailxMail sobre Desarrollo Personal (Cómo ser feliz) y nos habla sobre cómo, muchas veces, lenta e inconscientemente, lo que aprendemos (o captamos conscientemente) en la vida nos va sacando del estado natural en el que nacemos y nos lleva a una apreciación propia débil, fea y pesimista. Según CrushPessimism nuestra mente, natural y espontáneamente, tiende a fijarse en lo negativo pasando por alto lo positivo, tendencia que se acentúa con el Stress.
Por otro lado, gracias a la extraordinaria capacidad de nuestro cerebro para detectar pautas --patterns-- tenemos la tendencia a sobregeneralizar, a llegar a conclusiones rápida y fácilmente (aunque haya muy pocas evidencias) y, todavía peor, nos amarramos a nuestras conclusiones, aceptando sólo la información que las confirman y rechazando aquella que las invalidan. Y ello ocurre para bien o para mal.
Supongamos ahora que hemos sacado una conclusión equivocada de un fracaso, lo cual ocurre con frecuencia dada nuestra tendencia natural de enfatizar en lo negativo. Este error cognitivo nos lleva en la dirección del pesimismo, el cinismo y la derrota. Más aún, esa mala apreciación sobre el fracaso, se ve autoconfirmada por casi cualquier información que la refuerce --por leve e intrascendente que sea--. El mundo en blanco y negro.
Según MailxMail, nuestro Yo está compuesto por tres personas: El NIÑO en el que residen las emociones, la imaginación, intuición, diversión, creatividad, espontaneidad, arte. El NIÑO crea, siente, intuye y se divierte. El MAYOR en el que residen las actitudes, conductas y conceptos que fueron aprendidos en la infancia: pautas sociales, morales, religiosas; las reglas de convivencia, lo que debemos y no debemos hacer. El MAYOR juzga, ordena, critica y protege nuestra persona. Por último, el ADULTO que procesa la realidad a través del pensamiento racional y lógico. Es el único estado del YO capaz de reprogramarse. El ADULTO computa y razona.
Es a través del adulto que podemos cuestionar nuestras conclusiones y nuestras conductas (y actitudes) consecuencia de ellas. Podemos quitarle la enorme carga simbólica que muchas veces asignamos a personas, cosas o situaciones y podemos desaprender y reaprender.
Dale entonces un beso a tu rana revisando los hechos y las conclusiones sobre lo que piensas cuando ellos son negativos, pesimistas, de ira u odio e insatisfacción. Quién sabe, a lo mejor descubres lo bello que hay en ti.
Buen beso,
William
Esta afirmación la encontré en uno de los cursos de MailxMail sobre Desarrollo Personal (Cómo ser feliz) y nos habla sobre cómo, muchas veces, lenta e inconscientemente, lo que aprendemos (o captamos conscientemente) en la vida nos va sacando del estado natural en el que nacemos y nos lleva a una apreciación propia débil, fea y pesimista. Según CrushPessimism nuestra mente, natural y espontáneamente, tiende a fijarse en lo negativo pasando por alto lo positivo, tendencia que se acentúa con el Stress.
Por otro lado, gracias a la extraordinaria capacidad de nuestro cerebro para detectar pautas --patterns-- tenemos la tendencia a sobregeneralizar, a llegar a conclusiones rápida y fácilmente (aunque haya muy pocas evidencias) y, todavía peor, nos amarramos a nuestras conclusiones, aceptando sólo la información que las confirman y rechazando aquella que las invalidan. Y ello ocurre para bien o para mal.
Supongamos ahora que hemos sacado una conclusión equivocada de un fracaso, lo cual ocurre con frecuencia dada nuestra tendencia natural de enfatizar en lo negativo. Este error cognitivo nos lleva en la dirección del pesimismo, el cinismo y la derrota. Más aún, esa mala apreciación sobre el fracaso, se ve autoconfirmada por casi cualquier información que la refuerce --por leve e intrascendente que sea--. El mundo en blanco y negro.
Según MailxMail, nuestro Yo está compuesto por tres personas: El NIÑO en el que residen las emociones, la imaginación, intuición, diversión, creatividad, espontaneidad, arte. El NIÑO crea, siente, intuye y se divierte. El MAYOR en el que residen las actitudes, conductas y conceptos que fueron aprendidos en la infancia: pautas sociales, morales, religiosas; las reglas de convivencia, lo que debemos y no debemos hacer. El MAYOR juzga, ordena, critica y protege nuestra persona. Por último, el ADULTO que procesa la realidad a través del pensamiento racional y lógico. Es el único estado del YO capaz de reprogramarse. El ADULTO computa y razona.
Es a través del adulto que podemos cuestionar nuestras conclusiones y nuestras conductas (y actitudes) consecuencia de ellas. Podemos quitarle la enorme carga simbólica que muchas veces asignamos a personas, cosas o situaciones y podemos desaprender y reaprender.
Dale entonces un beso a tu rana revisando los hechos y las conclusiones sobre lo que piensas cuando ellos son negativos, pesimistas, de ira u odio e insatisfacción. Quién sabe, a lo mejor descubres lo bello que hay en ti.
Buen beso,
William
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