Si sientes que todos van en la dirección contraria es que estás en una calle de un sólo sentido y tú vas en la dirección equivocada. Dicho popular.
¿No les ha pasado alguna vez éso?, ¿sentir que como que todos van en la dirección contraria?.
Aunque conocemos de muchísimas historias de superación en las que el tesón, el esfuerzo, las ganas de vivir y la determinación por salir adelante, logran cosas maravillosas, también, no son pocas las veces en las que la rigidez, el anclarnos de nuestras ideas o prejuicios y nuestros miedos no nos dejan ver con claridad cuan equivocados podemos estar y, por más esfuerzo que hagamos, no logramos avanzar en la dirección que nos hemos fijado.
En esos casos, en los que pareciera que nadamos a contracorriente, un poco de humildad y reflexión quizás sean nuestros mejores aliados para colocar las situaciones en el contexto adecuado.
Humildad para escuchar lo que los otros nos tienen que decir, aunque no sean muy amigos. Humildad para aceptar que puedo estar equivocado y humildad para atender con espíritu de apertura.
La reflexión es propia de los adultos, es el momento que nos damos para hacer un balance de lo bueno y lo malo y para trazar estrategias para el futuro. Es el momento para autoexaminarse en los propósitos y corregir si hace falta.
De modo que, probablemente, la mejor manera de salir de la contracorriente sea con una pequeña ayuda de los amigos y, aceptar la ayuda, también sólo depende de nosotros.
Por cierto, es bueno recordar que esos miedos que muchas veces nos obligan a ir a contracorriente, aún de nosotros mismos, no son más que la expresión de angustias y sufrimientos no bien resueltos, así que ...
A sacudirse los miedos.
William
¿No les ha pasado alguna vez éso?, ¿sentir que como que todos van en la dirección contraria?.
Aunque conocemos de muchísimas historias de superación en las que el tesón, el esfuerzo, las ganas de vivir y la determinación por salir adelante, logran cosas maravillosas, también, no son pocas las veces en las que la rigidez, el anclarnos de nuestras ideas o prejuicios y nuestros miedos no nos dejan ver con claridad cuan equivocados podemos estar y, por más esfuerzo que hagamos, no logramos avanzar en la dirección que nos hemos fijado.
En esos casos, en los que pareciera que nadamos a contracorriente, un poco de humildad y reflexión quizás sean nuestros mejores aliados para colocar las situaciones en el contexto adecuado.
Humildad para escuchar lo que los otros nos tienen que decir, aunque no sean muy amigos. Humildad para aceptar que puedo estar equivocado y humildad para atender con espíritu de apertura.
La reflexión es propia de los adultos, es el momento que nos damos para hacer un balance de lo bueno y lo malo y para trazar estrategias para el futuro. Es el momento para autoexaminarse en los propósitos y corregir si hace falta.
De modo que, probablemente, la mejor manera de salir de la contracorriente sea con una pequeña ayuda de los amigos y, aceptar la ayuda, también sólo depende de nosotros.
Por cierto, es bueno recordar que esos miedos que muchas veces nos obligan a ir a contracorriente, aún de nosotros mismos, no son más que la expresión de angustias y sufrimientos no bien resueltos, así que ...
A sacudirse los miedos.
William
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